El descanso...

El descanso Relájate. Mantén la respiración contando hasta ocho, despacio... y suelta. Suelta hasta que no quede una gota de aire en tus pulmones. Esta técnica me la enseñó parte de mi equipo de voleadores y he de decir que resultó eficaz. Mi cuerpo era preso de si mismo y yo notaba cómo se iba cerrando. No era capaz de hacerlo. Inquieta, sudorosa, temblorosa, abrumada, casi sin aliento, desesperada y sin saber qué hacer. Bueno, sí, tenía claro que era el momento de abandonar, dejarlo para otro momento sabiendo que, posiblemente, ese momento jamás llegaría. Yo misma encontré justificaciones a mis penssamientos: " NO PUEDO" "NO VALGO" "NO SOY CAPAZ DE HACERLO" El abandono como forma de vida. El abandono como vía hacia la frustración. El abandono como límite de mis capacidades. Hasta ahora el abandono no me permitía ser resolutiva y por tanto no enfrentarme a mis problemas, bueno, problemas, la vida en si puede resultar...