Viajemos... Y con niños!

El mar... La mar Imáneces cedidas por Luz Arcoiris
Aquellos que me conocen saben que el mar es mi fuente de sosiego. Quizás tiene que ver con  el hecho de que casi nazco en un lugar maravilloso rodeado de agua marina.

El mar, la mar. ¡ Solo la mar! ¿ Por qué me trajiste padre a la ciudad?  Marinero de tierra, Rafael Alberti

Hoy sufro si paso tiempo alejado de él.
No me importa si hace frío o calor, siempre  acabamos siendo uno! No me importa la época del año en que nos encontremos.
Me baño y lo disfruto.

Portugal, concretamente el Algarve portugués, es nuestro punto de referencia. Ahora bien, Cádiz, Huelva, Granada, el Norte... Nada tienen que envidiarle.

De pequeños viajábamos de camping, algo que nos permitía disfrutar por más tiempo y por aquellos entonces, las posibles incomodidades del camping no suponían obstáculo alguno para el disfrute.
Recuerdo a mi padre contando historias de marineros por la noche con su sombrero y su pipa.
Y ese olor tan desagradable. No tendría otra palabra para describirlo: MAREO.

Ahora ya no viajamos mis hermanos , mis padres y yo. Unos ya no vienen y otros están siempre.
Mi hija, por supuesto. Ay... mi Candela. Y mi marido a quien más que gustarle el salitre del mar, prefiere el cloro de la piscina.
Respetable, por supuesto.

Continuamos con la tradición. La que más nos gusta sentarnos en  la mesa, da igual si es la de un bar bonito, un bar pesquero o la propia mesa del apartamento.
En Portugal tenemos la suerte de poder seguir cogiendo coquinas sin multa de por medio.
Y mientras Candela se pone tibia, el resto luchamos por encontrar la más grande, no para nosotros, no, sino para ella, la pequeña niña de nuestros sueños.

Ahora bien, el momento maleta lo llevo fatal, de hecho he tenido que ceder mi hueco porque sino aquello se convierte en locura.
Distintas crema protectoras, pañales, más cremas, sombrillas ,pelotas, cubos, palas, carrito, todo tipo de calzado, la sudadera por si las moscas, el vestido por si las moscas también, bikinis varios, camisetas solares... En fin, todo aquello que sabes que en dos días no te va dar tiempo a utilizar.

Cambian los horarios, te fijas en el sol, ya no bajas sólo a la playa, buscas la piscina porque para ella es sinónimo de protección por mucho que le repita que las olas, en la orilla, dejan de doler y que si vienen enfurecidas siempre habrá alguien que luche contra ellas.

Nos vamos, y no sabemos hasta qué punto podrá resulta agotador pero si algo tengo claro es que mi alma se ensancha para dejar pasar toda la felicidad del mundo.

Os quiero mamás leonas viajeras, os cuento a la vuelta.

Una cosa, si hay papás leones, pensad: nada es tan fácil como parece.
 Mamá leona➽

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